Por los ecologistas invitados al acto; Rafael Cañada y Francisco Puche
Archidona, 24 de noviembre del 2007
... Pero lo que sucede es que el disenso es tanto o más importante que el consenso. Y desde el punto de vista del futuro de la razón, si la razón tiene hoy algún futuro, se diría que el disenso es lo realmente decisivo. (J. Muguerza, 1990, Desde la perplejidad).
Saltándonos el orden lógico de la escritura y el del encuentro, nos vamos a permitir confesar que este texto se escribe bajo la impresión de dos lecturas que aparecieron al final del acto: de un lado el texto de John Berger, leído por Javier Aguilera, y de otra una máxima traída, por no recordamos quién, que decía que:hace más ruido cuando se cae un árbol que cuando crece la hierba.
En primer lugar están los operadores del orden mundial, los cuales toman cada minuto alguna decisión que afecta directamente a millones de vidas en todo el mundo, sin responder ante nadie, ni mucho menos ante los políticos individuales que han perdido gran parte de su poder pero no quieren admitirlo. Tenemos después a millones y millones de personas que en un cierto sentido no tienen poder o no actúan políticamente, por lo menos no en el sentido tradicional del término. Estas personas trabajan para ofrecer pequeñas soluciones que les permitan sobrevivir con la mayor simplicidad; representan un amplio movimiento, en cierto sentido amorfo pero que comparte muchas prioridades, ligadas a las acciones a emprender y a las formas de resistencia y de solidaridad a poner en marcha. Las personas que forman este movimiento no están planificando el cambio, simplemente lo construyen con sus propias vidas. Pienso que es la primera vez en la historia que sucede una cosa de este tipo y, si miro al cielo, veo algo que se parece a este movimiento que prepara la alternativa al poder actual que gobierna el mundo y que esperando prepara la alternativa para la supervivencia. Si miro en el espejo que el cielo me ofrece veo un espacio que contiene dentro de sí a todas las personas que intentan restituir un sentido a sus vidas”
Empezamos el taller pidiendo cinco minutos de silencio para reflexionar sobre eso tan traído y llevado del “desarrollo sostenible”.
Y pedimos, después, una rueda de palabras para escuchar sus consideraciones, y para aprender.
De allí salieron muchas cosas: la cuestión del agua (ciertos prejuicios y cierto despiste), la riqueza como destrucción; el porvenir de las culturas locales y campesinas, a este paso; la necesaria integración de discursos: economía-ecología-sociedad, por formar entidades relacionadas; la acción institucional y la otra; el paso de meras actitudes reivindicativas a las propositivas; la pregunta ¿ podemos seguir desarrollándonos?; la inminencia del cambio climático y la necesidad de decrecimiento; la presencia de la discusión de los campos de golf como no malos en lugares con “vocación”...De todo, pero apuntando más hacia una fuerte sensibilización que hacia los despistes y prejuicios burgueses que también nos pareció observar.
Nuestras intervenciones, aunque fueron independientes, las podemos sintetizar como siguen:
1. Los límites del crecimiento
La disyuntiva civilizatoria ante la que nos encontramos sería:
limitación voluntaria del crecimiento material o colapso.
2.- Es posible modificar estas tendencias de crecimiento y establecer unas normas de estabilidad ecológica y económica que puedan ser mantenidas en el futuro. El equilibrio global puede diseñarse de forma que las necesidades básicas de cada habitante de
3.- Si los pueblos de
En el escenario 2: si se toman medidas drásticas en la senda de la sostenibilidad, la contaminación termina cayendo, sin haber crecido demasiado, y las demás variables tienden hacia una estado llamado de crecimiento cero o estacionario, y por tanto de mantenimiento de niveles como los alcanzados alrededor de 2050.
Esta situación estacionaria ya fue prevista por los economistas clásicos y lejos de ser dramática para ellos la consideraron, incluso, una oportunidad humanizadora. Por ejemplo J.S. Mill decía, en el siglo XIX:
Si
Hay que subrayar que un estado estacionario no significa el estancamiento del mejoramiento humano. Habría más campo que antes para el mejoramiento del arte del vivir cuando las mentes se liberen del dominio del avance material.
Jonh Stuart Mill (1806-1873).
2.- Dos males a superar:
La visión que creemos que nos es imprescindible es aquella que considera a todos los seres vivos como parte de una gran familia con la que estamos formando una red que llamamos la trama de la vida, por lo tanto de la que dependemos y dependeremos y que considera, también, que las otras especies merecen un contrato natural de respeto y consideración. Decimos que si alguna religión es pertinente es aquella que se dice panteista, de respeto y consideración sacro-inmanente empezando por nuestros próximos.
3. Estamos en un mundo lleno:
Como se puede ver en el gráfico de abajo, para todo el mundo desde 1985, lo que consumimos esta por encima de la capacidad que tiene el conjunto del Planeta para sustentarnos en las necesidades más imprescindible (alimentos, ciudades, bosques, etc.). Necesitaríamos un 25% de Tierra como la nuestra para mantener las formas de vida mundiales, lo cual es insostenible. Este sobrepasamiento es lo que da lugar, entre otros efectos que ya están presentes en nuestro mundo, al cambio climático y a la pérdida galopante de biodiversidad. Sobre el segundo asunto, el gráfico siguiente nos va a dar un orden de magnitud de los que decimos:
Como podemos ver, y solo para los vertebrados que son una minoría de entre cerca de 100 millones de especies que pueden existir actualmente, las pérdidas de diversidad alcanza del orden del 40% en tan sólo 30 años. Los de agua dulce (los que habitan los ríos) van a pique de la extinción, por eso decimos que las presas y trasvases son tan trágicos.
Y dependemos de todos los demás seres vivos.
En estos cálculos de huella ecológica tenemos ya un déficit sin ni siquiera haber dejado tierra biológicamente para el resto de seres vivos, que si lo hubiésemos hecho como recomienda Wilson (que dice que al menos hay que dejar un 50% del total) necesitaríamos más de dos tierras para seguir soportando el tenor de vida actual... y encima seguimos creciendo como objetivo principal de la política institucional.
4.- Estamos en un mundo tremendamente injusto
Este gráfico muestra dramáticamente que no sólo muchos países consumen por encima de la huella ecológica que sería el limite de sostenibilidad, sino que la mayoría de África, Asia y América Latina ni siquiera llegan a un nivel de vida aceptable. Como se ve, en el cuadrante en que coincidirían desarrollo sostenible social y medioambiental está prácticamente vacío.
Y como hemos llenado el mundo, y no hay ya espacio nuevos de dónde echar mano, los consumos excesivos de unos lo son a costa de las hambres y miserias de los otros. Reaparece el capitalismo depredador de recursos y de medios de vida que hace las transferencias desde la parte izquierda del gráfico a la parte derecha. Con la complicidad de lo que llamamos clase consumidora, es decir muchos de nosotros/as, aunque seamos trabajadores.
Decíamos en las conclusiones: cada vez que nos compramos un 4X4 sin necesidad es a costa de la comida de alguno de los mil millones de hambrientos. Como diría Muguerza, ese filósofo con el que abrimos este texto, necesitamos recuperar la conciencia de culpa, que éticamente es muy saludable. Claro que la mala conciencia no se sanea con obritas de solidaridad.
La ecología ha venido a añadir a la lucha de clases la lucha de modos de vida. Lo mismo que el antrocentrismo machista añade la lucha de género.
Por eso un modelo socialista, ecologista y feminista nos es imprescindible hoy por hoy.
5. Hacia la desmaterialización
Esto que decimos a continuación ni es una receta ni la solución a los problemas mencionados, pero ayudaría a ir superando esta urgencia planetaria en la que nos encontramos y respecto a la que tenemos muy poco tiempo para enderezarla..
5.1 Necesitamos desmaterializar la producción de objetos e intangibles (no me gusta decir bienes y servicios por ser términos justificativos; porque necesitamos producir entes que sean bienes sociales y de uso, que no todo producto fabricado es aceptable).
Eso significa producir lo mismo con menos materiales y menos energía. Esto se hace por medio de la eficiencia (tecnología), por medio de la mejor organización y planificación de la producción (saber y bienestar laboral), por medio de nuevos materiales y por la digitalización, entre otros medios.
Por ejemplo: las bombillas incandescentes consumen 80 W y duran 1.000 horas, las fluorescentes 15 W y 10.000 horas y las nuevas Let menos de 15 W y 50.000 horas. La desmaterialización se ha obtenido con un factor de eficiencia de más 50 veces.
Y la calidad y durabilidad con la que hacemos los productos habría que añadirla al principio de las cinco “Rs”.
Mientras uno de nosotros escribe este texto le acompaña un reloj de pulsera, que se mueve con cuerda y que lleva ya más de cuarenta años de funcionamiento correcto.
Pero consumir menos no es volverse triste. Se puede alcanza una austeridad gozosa.
Pero además los valores y los placeres intangibles, inmateriales los vamos desvalorizando. Necesitamos recordar aquello de From de que entre el dilema del tener o ser, solo el último nos proporciona felicidad. Lo dicen muchas culturas africanas, pobre no es aquel que no tiene nada sino que no tiene a nadie. Lo dicen muchos psicólogos, la falta de afecto nos enferma.
Es celebrar la vida como lo hacía Mercedes Souza cuando cantaba aquello de “gracias a la vida/ que me ha dado tanto”
“ Si miro en el espejo que el cielo me ofrece veo un espacio que contiene dentro
de sí a todas las personas que intentan restituir un sentido a sus vidas” y lo hacen en silencio como cuando crece la hierba.
6. Los lugares de la política y la democracia radical.
Existe un lugar común de equiparar la política con lo que hacen los partidos en las Instituciones. Desde nuestro punto de vista la política (la gestión y manejo de lo común) se hace desde muchas instancias.
Se hace política en la cocina, en el barrio, en el trabajo, en los movimientos sociales y en las instituciones. Y si la meta es la democracia, ésta ha de llegar a toda estas instancias, amén de lo que comúnmente se entiende por democracia participativa que siendo muy importante cae en el mismo error, creemos, de considerar la política institucional como el único lugar o el más privilegiado para la práctica de la democracia. Aquí, de nuevo, nos envuelve el texto de Berger: Las personas que forman este movimiento no están planificando el cambio, simplemente lo construyen con sus propias vidas.
Lo más evidente es que allí se “cuece” la producción y el mantenimiento de la propia vida; en principio no puede haber nada más trascendente para poder empezar a hablar.
Pero esta importancia no puede justificar la alineación sufrida por las mujeres (y que ahora sufren de otra manera) con el cuento de su alto valor político. La democracia llegará a la cocina cuando estas tareas se compartan y cuando lejos de abandonarse vuelvan a ocupar un momento central de la existencia.
Pero para cocinar hemos de comprar y este acto es de una trascendencia política enorme. Porque si, mirando por nosotros, queremos comer sano presionaremos por productos ecológicos, que a su vez obligarán a los agricultores a cultivar sin venenos y respetando la tierra. Si comemos productos de temporada y cultivados en la proximidad estamos contribuyendo a mejorar la condición campesina y a luchar contra las multinacionales de la distribución. Con la agricultura orgánica luchamos contra las multinacionales químicas, enormemente poderosas pues se han apropiado actualmente de la agricultura.
Pero si sabemos, como deberíamos, que el exceso de consumo de carne, aparte de no ser bueno para la salud, implica disminuir la cantidad de otros alimentos de manera tan importante que con una dieta más vegetariana podríamos dar de comer suficientemente a los más de 820 millones de hambrientos que hay en el mundo. Y que parte de los bosque tropicales que se pierden se debe a que son sustituidos por pastos para alimentar vacas y que se trata a los animales como se trataban a los judíos en los campos de concentración, nos daremos cuenta de la importancia política de la cocina.
Podríamos seguir, pero lo dejamos aquí para que no se nos indigeste demasiado, por hoy, esta parcela también necesitada de democratizar.
Las palabras de Berger y la organización de la disidencia han dado a este encuentro un aire de esperanza, lejos de la atmósfera de pesimismo del principio: allí nos hemos reunido gentes diversas que buscan dar sentido a sus vidas; en ellas está la fuerza que puede oponerse a esos operadores del orden mundial, los cuales toman cada minuto alguna decisión que afecta directamente a millones de vidas en todo el mundo.
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